Kandinsky, creador de la abstracción lírica
Fuga, óleo sobre tela, 1914. «Parece la obra chapucera de un niño sin talento de ocho o nueve años». De esta forma, y sin paños calientes que amortiguaran sus francas pero afiladas palabras, definió Adolf Hitler la obra de Wassily Kandinsky en 1937. Los «garabatos» del ruso, que con el tiempo se convertirían en admiradas obras de arte, no fueron los únicos a los que el mandatario alemán calificó de «arte degenerado». Junto a ellos, una compilación de más de 500 trabajos de Monet, Manet, Renoir, Gauguin, Van Gogh, Modigliani, De Chirico, Chagall, Cezanne, Picasso, Grosz, Kirchner, Matisse o Klee fue abierta al público en Munich, y viajó posteriormente entre Alemania y Austria, con el único objetivo de ridiculizar la destreza de tales genios vanguardistas. El arte moderno nunca fue plato de buen gusto para el Führer y su régimen. Pero ni siquiera eso pudo apagar su esplendor. Las pinceladas de Wassily Kandinsky maduraron bien y, con los años, se alzaron como el génesis de ...