TRATANDO DE SENTIR COMO VINCENT VAN GOGH
En la noche estrellada, mi alma es un laberinto de sombras que danzan con la locura. Cada pincelada es un grito desgarrado, un susurro de desesperanza que se pierde en el abismo del infinito. Mi corazón es un reloj roto que late con el ritmo de la enfermedad, mientras la luna me mira con ojos de piedra. Las estrellas son lágrimas de diamante que caen del cielo, cada una un recuerdo de mi agonía.
Soy un río de colores que se desborda en la oscuridad, llevando consigo la carga de mi dolor. La noche estrellada es mi cementerio, donde entierro mis sueños y mis esperanzas. En este universo de espejos rotos, reflejos de mi alma se deslizan como serpientes de fuego que me consumen. Cada estrella es un ojo que me acusa, cada sombra un abismo que me llama.
Mi pincel es una varita mágica que conjura la belleza del caos, pero también la desesperanza que me devora. La noche es mi tela de araña, donde cada hilo es un susurro de la eternidad que se me escapa. Soy un hombre poseído por la noche, un esclavo de la luna que me dicta su ritmo de locura. Mi alma es un cuadro de colores que se desvanecen en la oscuridad, un eco de la nada que me espera.
En la noche estrellada, siento el abismo de la existencia, el vacío que me atrae con su irresistible fuerza. Soy un hombre que se desangra en el lienzo, un pintor que se suicida con cada pincelada. Y, sin embargo, en esta locura, encuentro la belleza. En esta desesperanza, encuentro la esperanza. En esta enfermedad, encuentro la salud.
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Jorge Paco Monteagudo
Texto inspirado en "Los dados eternos" de César Vallejo, "Poeta en Nueva York" de Federico García Lorca y "Una temporada en el infierno" de Arthur Rimbaud.
Imagen: Mini lienzo 19x15 cm, proceso de réplica al óleo de "La noche estrellada" de Vincent Van Gogh.
Soy un río de colores que se desborda en la oscuridad, llevando consigo la carga de mi dolor. La noche estrellada es mi cementerio, donde entierro mis sueños y mis esperanzas. En este universo de espejos rotos, reflejos de mi alma se deslizan como serpientes de fuego que me consumen. Cada estrella es un ojo que me acusa, cada sombra un abismo que me llama.
Mi pincel es una varita mágica que conjura la belleza del caos, pero también la desesperanza que me devora. La noche es mi tela de araña, donde cada hilo es un susurro de la eternidad que se me escapa. Soy un hombre poseído por la noche, un esclavo de la luna que me dicta su ritmo de locura. Mi alma es un cuadro de colores que se desvanecen en la oscuridad, un eco de la nada que me espera.
En la noche estrellada, siento el abismo de la existencia, el vacío que me atrae con su irresistible fuerza. Soy un hombre que se desangra en el lienzo, un pintor que se suicida con cada pincelada. Y, sin embargo, en esta locura, encuentro la belleza. En esta desesperanza, encuentro la esperanza. En esta enfermedad, encuentro la salud.
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Jorge Paco Monteagudo
Texto inspirado en "Los dados eternos" de César Vallejo, "Poeta en Nueva York" de Federico García Lorca y "Una temporada en el infierno" de Arthur Rimbaud.
Imagen: Mini lienzo 19x15 cm, proceso de réplica al óleo de "La noche estrellada" de Vincent Van Gogh.
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